Pues con cuatro premisas fundamentales:
- la escucha
- el apoyo
- la confianza
- la comprensión.
A partir de ellas, es cuando podremos empezar a llevar a cabo el tratamiento, y así trabajar los miedos, las inseguridades y las emociones que se puedan presentar en el día a día con respecto a alimentación y todo lo que la rodea.
Necesitaremos unas dosis de paciencia, no te voy a mentir, pero debemos comprender que es un proceso de aprendizaje, a través de la educación nutricional, y no son logros que normalmente se puedan conseguir cambiar de un día para otro, ¡pero que eso no nos desmotive! Iremos pasito a pasito.
Además, trabajaremos mano a mano con compañeros (psicólogo, psiquiatra, etc.) para entre todos poder ayudarte y darte las herramientas que necesitas, con el objetivo de que poco a poco te vayas sintiendo cómoda/o con las ingestas que realizas, y que puedas comer libre de culpa y establecer una relación sana (desde la salud y el autocuidado) con la comida.